Después de enterarnos de la muerte de nuestro compañero, no
teníamos el cuerpo para grandes exploraciones. El PC del EEL comunicó que en Galdames sobraba
la ayuda, por lo que decidimos invertir el sábado en la revisión de incógnitas de
una de las cuevas más insignes de la zona ADES: la caverna de Abita.
También hablamos
de José Gambino. Yo no tuve ocasión de conocerlo personalmente, pero conseguí dibujar un
retrato suyo a través de los recuerdos del resto: un hombre de temperamento
incendiario, siempre dispuesto a decir lo que pensaba, apasionado de la técnica
y puntillista en el espeleosocorro, amigo, leal, honesto, discreto, estricto… y con
un hambre voraz de mundo y de libertad. Un espeleólogo, en definitiva.
El olor a tierra húmeda de Abita actúo como un bálsamo contra
nuestros pensamientos sombríos y los cuatro cueveros nos adentramos animados en
busca de incógnitas. La primera se escondía en una grieta lateral a media
altura de la rampa inicial. Después de un buen trabajo de maza y cincel,
ensanchamos las paredes lo justo para que los pulmones pudieran expandirse un
par de centímetros. Pasamos y… la galería se colmató al de diez metros.
Gruñidos. La segunda incógnita era un meandro colgado sobre las cornisas más
elevadas de la galería principal. Igual que la anterior, tras diez metros de
curvas sinuosas, la grieta se volvía intransitable. Insultos. La tercera
incógnita, otro meandro ubicado en el piso inferior, cerca del goteo. Una
agonía con lajas como cuchillos. Recorrimos, ¿cuánto?, unos diez metros,
supongo. La cuarta incógnita consistía en un laminador taponado que descubrimos
al explorar el piso superior de los grafitis carlistas. Comenzamos a cavar y…
dimos con una burbuja más o menos cómoda, ¡ah, emoción!, seguimos cavando y
superamos otra estrechez, ¡redoble de tambores!, nos arrastramos por una gatera
y… una diaclasa donde podíamos incorporarnos, ¡nerviosismo general! Al de diez
metros… fin. ¡Mierda! «Bueno –relativizamos– cuatro nuevas galerías de 10 metros
cada una».
Cuando José Gambino sufrió el accidente trataba de encontrar
una conexión con el sistema Atxuriaga, un laberinto de más de 50 kilómetros de
desarrollo. Perseguía ese aire que solo perciben los espeleólogos y que algunos
confunden con el suspiro de las sirenas. José nunca llegó a saber si se
encontraba a unos pasos de la conexión o si la gatera terminaba diez metros más
adelante. Tampoco creo que le hubiese importado. Por lo que cuentan sus amigos,
exploraba con la misma meticulosidad a mil metros de profundidad en Picos de
Europa, en lo recóndito de la selva en Papúa Nueva Guinea o en la punta de
cualquier cueva de las Encartaciones.
Durante el
rescate participaron amigos del EEL, de Asturias, de Portugal e incluso un
mejicano. Sus compañeros del Burnia han llevado esta tarde un ramo de flores a
la boca de entrada. Era un símbolo. La MT-45 ha dejado de ser una cavidad de
catálogo para convertirse en un panteón subterráneo.
Quizá sea la mejor tumba para un espeleólogo.
4 comentarios:
Me ha emocionado mucho leer esto.
Seguid disfrutando de vuestra pasión como él lo hacía y sobre todo no perdáis nunca esa camaradería que os convierte en hermanos. Lo he visto estos días en Galdames y no es fácil ver algo así hoy en día.
Yo también creo que mi hermano está en el sitio a donde pertenece. Donde era feliz.
Javier Gambino.
El mejor homenaje que podemos dedicar a tu hermano es tomar su relevo, y proseguir su trabajo. Un fuerte abrazo para todos los de casa, especialmente para vuestros padres.
Es verdad Javi, lo que hemos visto estos días en Galdames, el afán, sacrificio, intensidad de trabajo, colaboración y cordura...en todo el proceso, no parece que sea lo habitual.
Los que sólo podíamos estar y mirar las labores de los grupos de rescate, no podemos más que agradecer.
Está claro que una vez más nuestro Txulo tenía razón, y el mejor sitio para su descanso, es el que ha elegido.
Opino como Javi y Maleni.Como familia ,me siento inmensamennte agradecida por lo que habeis hecho estos dias altruistamente y de corazon .Os doy animos tambien a vosotros pork, aunque no sea espeleologa, si que ne muevo en el mundo de la escalada y el alpinismo y se la cantidad de tiempo que pasas con tus compañer@s, los cuales pasan a ser como tu segunda familia,se les coge un cariño inmenso.Imagino que le vais a echar de menos tanto o mas de lo que lo vamos a hacer nosotros,asi que animo,hay que seguir adelante .Como decia un amigo mio el otro dia sueña lo que quieras,pero vive lo que sueñes.
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