Pánico.
Fue la primera sensación (♪♫ chispas ♪♫) que el cazador experimentó
en esta sima. La Sima. Hace años, cuando el Profesor solicitó arañas grandes de
cueva. Arañas. Grandes. De cueva.
El cazador siempre había tenido
pánico a las arañas.
Pero.
El cazador era disciplinado: si el
Profesor quería arácnidos... arácnidos tendría. Desde entonces, el bisoño
persecutor de bichos –que al principio no distinguía entre troglófilos,
troglobios y trogonstonios- fue bregándose en la recogida. Hasta desarrollar
una capacidad de discernir entre “los que valían” y los que había que dejar
vivir. Lithobius, Quaestus, Ischyropsalis. Astaroth, Azazel, Asmodeo. Mane,
Tekel, Fares.
Al principio venció la repugnancia
a base de gruesos guantes de goma y pinzas. Poco a poco, fue siendo capaz de
tomar los artrópodos con la sola mano enguantada. Aquel día, cuando sus
compañeros Docson, Antoine y Josué llegaron al transepto de la gran sala de
Lezandipe, contemplaron horripilados cómo el cazador acariciaba a pelo, al
borde de la oscuridad, a criaturas que prefirieron no iluminar directamente con
sus leds “Zeppelin”. En un momento dado, Antoine pronunció las palabras
mágicas.
“Percibo aire”.
El cazador quedó acompañando a sus monstruos
del abismo. El resto, respondiendo a una atávica llamada, siguió profundizando
en la sima persiguiendo el aire. Lezandipia. Lezandipetik. Lezandipera. Rediós,
qué difícil de declinar era ese nombre.
Cuando volvieron tras largas horas,
se sobresaltaron al encontraron al cazador inmóvil, con la mirada fija en
ellos. Repararon en algo extraño. Desprovisto de su casco, un flequillo de pelo
negro y sedoso podía verse en su frente. Era extraño. No recordaban que se
hubiera confeccionado un peluquín. Mientras se interrogaban unos a otros, observaron
que una gruesa hebra se separaba del resto. El sudor perló sus frentes al ver
que otras siete le siguieron, comenzando a desplazar un cuerpo articulado; el mórbido
abdomen dejó ver dos orificios bermejos, de los cuales se escurrió un hilo de
sangre que cruzó, lenta y verticalmente, la vidriosa mirada y el último rictus
del cazador.
Bio: Lithobius, Pseudosinella, Elona,
Oxychillus, Cryptazeca, Quaestus, Linyphiidae, Ischyropsalis.
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