2011-I-8: Idoia, Gotzon, Ritxar, Antua, Oier.
Punta de exploración de Lezandipe, para intentar superarla escalando y desobstruyendo. Dos meses llevaba yo sin venir aquí. Y cómo se nota la falta de entrenamiento. Lezate, Lamiñas, simulacros, Iñeritze... ¡mariconadas! Ésto es lo que me hacía falta a mí, diez horas de “caña y barro” en las tripas de Illuntzar. ¡Deliciosas y olvidadas agujetas!
En cuanto a los objetivos, se ha descartado una de las escaladas (parece que hay otra) y el trabajo de desobstrucción ha permitido avanzar unos tres-cuatro metros, sin agotar las posibilidades. Tendré ocasión, por tanto, de entrenar mis músculos de nuevo.
Dejaré por escrito también la nota toponímica comentada sobre la “versión castellana” del nombre Lezandipe. Efectivamente, muchos de nuestros comentarios sobre esta sima tienen lugar en este idioma y parece que las múltiples declinaciones de los nombres en vascuence producen confusión al fijar el nombre en castellano. Como la versión que va cobrando fuerza (“Lezandipi”) suena a mis oídos como un tenedor chirriando sobre un plato de loza, voy a reforzar mi propuesta con una argumentación. Tal como dije esta denominación pretende ser la “oficial” (en documentos y demás) pudiendo uno luego, como siempre, seguir llamando particularmente a las cuevas como le salga del chumino.
Por tanto: propongo que el nombre “Lezandipia” (de leza-handi-pea, “lugar bajo la sima grande”) y sus múltiples declinaciones (Lezandipiak, Lezandipian, Lezandipetik, Lezandipera, Lezandipeko...) sea fijado en castellano como “Lezandipe” siguiendo el modelo de innumerables nombres declinados de forma homóloga: Lambreabe, Axpe, Txolope, Zubipe, Arkupe, Itxinape, Aterpe, Gaztelupe.
Y como un ejemplo es mejor que cualquier explicación teórica, aquí van unas frases donde puede verse este nombre en un contexto real:
· Realmente Ritxar tiene razón: lo que antes era un punto lejano (el “Corredor Perfumado”) ha pasado a ser “casi la salida” de la sima de Lezandipe.
· Tras la jornada de exploración en Lezandipe, me siento como aquella vez en Krubera-Voronya, en que fui enviado a -1500 como único refuerzo para aquellas quince espeleólogas de la Brigada Móvil de la Ertzaintza, que llevaban tres meses allí sin haber conocido hombre alguno.
· Pero quizás, a la hora de describir mis sensaciones de ayer durante la exploración de Lezandipe sirva mejor el ejemplo de estar arrastrándose uno por el suelo en medio de una estampida de elefantes alimentados con anfetaminas.