Argatxa, la cueva de mayor desarrollo de Urdaibai, vende caras sus imágenes. 4000 metros de galerías que no se descubrieron hasta el año 2000, ocultas tras sifones, aguas profundas y estrecheces. Hubieran sido, seguro, un buen escondrijo para aquellos Tremendos de Kanala que creo Irigoyen.
Hoy vamos con el descubridor de todo aquello y con un oriundo de las Highlands. El objetivo es fotografiar las zonas más interesantes, que son también las más alejadas de la entrada. Ésta se abre casi en la rasa mareal, porque los primeros metros de Argatxa saben de las vivas de San Miguel. Aromas de salitre que acabaron con aquella suerte de bodega construida en el vestíbulo. Servía al caserío cercano, pero el vino y el agua no son buenos amigos. Se inundaba a menudo por las aguas del mar y también de la tierra, pues la cueva drena una importante cuenca del macizo de Atxerre.
Así, a casi 100 metros de la entrada la galería se inunda, esta vez de agua dulce. Un paso sifonable que detuvo al G.E.V. en aquellos tiempos. Luego otro tramo más largo, también de agua profunda, que nos hace experimentar la extraña sensación de avanzar por una cueva sin hacer pie, con la ayuda de la cuerda pasamanos. Y después de este prólogo mojado, el cambio a ropa seca.
Una estrecha grieta es el paso clave, la puerta que abre los secretos de la gran cavidad. Nos adentraremos en ella como los Tremendos de Argatxa. Un auténtico espeleódromo viene a continuación, hasta salir a un conducto más amplio. Luego avanzamos más tranquilos por el río, hasta el caos de bloques que hubo que romper para acceder por fin a los grandes volúmenes. Primero una sala de hundimiento, la sala del Cráter. “In five minutes no movement” ¿are you ready? Bruce entiende rápido nuestra dinámica.
Sin solución de continuidad paseamos los flashes por una espaciosa galeria con maneras de tubo freático, recordándonos un poco a sus hermanos mayores de Otxabide. Es la galería San Roke, que nos lleva a otra gran sala. En toda esta zona, los cielos son de hierro y los suelos de barro. Arriba, las manchas de mineral rojizo van surgiendo de la oscuridad a la fotografía, denunciando la presencia de fallas. Abajo, una pátina de arcilla profunda lo cubre casi todo, y revela una potencia hidráulica de muchos metros durante gran parte del año.A pesar de los 12º la humedad y el buzo mojado no permiten entrar en calor. Plasmada la sala más grande, regresamos por otro conducto con grandes coladas y más fotos. Volvemos por el laminador sifonable. Un paso crítico abordable sólo en verano, que conecta de nuevo con el río. Gotzon recuerda la angustia del paso con agua, quedando apenas unos centímetros de aire para encajar las narices contra el techo. Historias para no dormir... Poco a poco vamos saliendo de nuevo por el espelódromo, y otra vez al agua.
Una vez fuera se agradece la luz y el calor del verano y recordamos aquel lema que comparten muchos espeleólogos: ¿Por qué te metes en cuevas? ¡Porque es una gozada lo que se siente... al salir de nuevo a la luz!
5 comentarios:
Lo que se siente al ver tus fotos Josu! Me he quedado paralizada, son preciosas!
Jóder Josu. Después de esto ya no voy a poder engañar a nadie diciendo que Argatxa es una cueva bonita. Ahora bien, con estas fotos, casi, casi, consigues que lo parezca.
Harrigarrigatxa
Gran crónica y grandes fotos!
Kaixo estubimos una tarde de verano en la entrada y sentimos un interes tremendo, hablamos con amigos que viven en el mismo barrio y nos hablaron de vosotros, y de como explorasteis y fotografiasteis.Muchas gracias por el trabajo que haceis, me parece super interesante e importante.
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