2012/03/19

BOLUNZULO EXPLORATION





Martin, Iñaki

Las casualidades suelen ocurrir cuando menos las esperas. Y encontrar aquella ventana no pudo suceder en un momento más inoportuno. La historia se remonta un año atrás. Simone acaba de sufrir un desafortunado resbalón setenta metros antes del gran sifón y se aquejaba de un dolor en la mano. Desgraciadamente, lo que en un principio parecía un pequeño golpe resultaría más tarde una fractura grave. Nosotros nos apartamos a una cornisa del lado derecho- mirando hacia el sifón-. Sin duda alguna no debimos quedarnos, aunque nos hubieran asegurado que se encontraban bien, que podían volver sin problemas, tendríamos que haberlos acompañado; fue un error dejarlos solos. Pero eso no lo sabíamos entonces. Y de ese acto inconsciente ocurrió una casualidad. Vimos desde esa misma cornisa un altillo y una colada que retrocedía hacia la boca de la cueva. Y un año más tarde volvimos allí sabiendo que aquel era el camino hacia las galerías fósiles.

Tras la colada, atravesando una ventana, llegamos a un balcón desde el que podía verse las rocas del túnel principal. Habríamos retrocedido alrededor cinco metros. Subimos un túnel en rampa hacia el noroeste y superamos un destrepe en la misma dirección. El mapa-boceto de Iñaki- que es una aproximación general, pues no teníamos instrumentos ni láseres, y además no sabríamos utilizarlos- comienza en ese punto. Como puede verse, existe una galería que se ramifica en diferentes puntos. Nuestro primer objetivo fue la sima (más bien una rampa) del fondo. Bordeando esta rampa dimos con un callejón sin salida, salvo por un pequeño agujero que parecía comunicar con la mencionada “sima”. Al volver inspeccionamos la rampa e incluso descendimos lo que pudimos, pero la pendiente terminaba con una caída abrupta en la que habría que instalar alguna cuerda para descender. Se veía una galería probablemente paralela al túnel principal. Entonces, pisamos de nuevo nuestras huellas y, a través de la primera bifurcación- hacia el Este, diría-, nos encontramos con la Sala Inclinada. Se trata de una espacio, como bien puede intuirse, inclinado. A partir de ahí se abre un mundo de columnas, desfondes, meandros, pozos e incluso estalactitas excéntricas (blancas y esqueléticas). El boceto lo muestra a grandes rasgos. Una sala al estilo Carroll, llena de puertas que aún no han sido abiertas. Quién sabe, quizá alguna mire hacia noroeste, hacia Lastarrike.

Al salir afuera, la luz aún iluminaba el árbol caído de la entrada. Escalamos por el enorme bloque de piedra y dejamos atrás las ruinas del séptimo molino de Oma, aquel que diera nombre a la cueva. Con el agua hasta la cintura y el petate navegando encima de la balsa, nos sentíamos como Orellana en las aguas del Amazonas. No habíamos cumplido todos los objetivos propuestos, pero teníamos la certeza de que volveríamos.

Nota: Con las fotos hicimos lo que pudimos, era una cámara muy mala, más mala que sus fotógrafos ¡así que bastante que sobrevivió a la cueva!





8 comentarios:

Iñaki dijo...

Pienso que no vendría mal topografiar otra vez la cueva entera, es duro y el río asqueroso pero se ve que hay galerías y cruces que salen por todos lados! Encima nos vendria bien a Martín y a mi para aprender a hacer mapas

Rober Garay dijo...

A ver cuando os enseño la similla que hemos encontrado los Xplorers en AtxaPunte. Espero noticias.

Silvi dijo...

Vosotros no teneis clase?! Dejar de dar envidia bitxos, jeje! Me alegro de que esteis disfrutando tanto... solo puedo decir: "que tiempos aquellos..." ;-)

Martín dijo...

Suena bien, así que yo al menos estoy dispuesto!

Anónimo dijo...

Jajaja te puedes venir alguna vez, eh Silvi?

Iñaki dijo...

claro k tenemos universidad jajaja fuimos el domingo a bolunzulo

Unai dijo...

M-I-B (MEN IN Bolunzulo)...

Silvi dijo...

Pues si, yo creo que Bolunzulo seria la cueva perfecta para mi ahora... esa o Baltzola, jajaja!