Idoia, Antuan, Gotzon y Xabi
Los espeleólogos de verdad, son tipos duros que no saben expresar sus sentimientos, cuando hablan conmigo, un amigo de la espeleo, me describen las cuevas con pocas palabras, dicen que tiene volumen, hablan de la dirección del río, de la travesía... siempre me han dicho que Abita me iba a gustar. Yo pensaba que sería una cueva normal con dos salas espectaculares, pero estaba equivocado.
Hacía un calor pegajoso, pero tras una corta subida llegamos a la boca, sentimos el aire de Abita, aire frío y ancestral, como aviso del volumen que nos ibamos a encontrar. Nada más entrar, la cueva me sobrepasó, la verdad es que me agarraba a la cabeza intentando asumir lo que veía. Un meandro enorme se abría enseñando diferentes niveles, bajamos por una rampa metiendonos en la boca del lobo, nos introducíamos en la base de un gran cañon. Mirabamos hacia arriba abducidos por la enorme altura de las paredes, era una especie de laberinto. Sentiamos que los carlistas nos observaban agazapados, nos seguían desde arriba mientras avanzabamos boquiabiertos. Arriba se vislumbraba una cadena, había que instalar para subir... pero continuamos por el pasillo gigante, hasta que llegamos a la pared con los nombres pintados de los que vivieron aquella guerra, subimos por una grieta al nivel superior. Comenzaba el festival de estalagmitas, columnas... entonces Idoia me dice: "todavía lo que te queda, vas a alucinar", yo pensaba: "¿Más?"... Pues sí.
Sala ADES
Podría alargar la crónica, pero despúes de ver Abita, comprendí porque los espeleólogos describen tan poco las cuevas...
Solo puedo decir que desde ayer Abita tiene como prisionero a un amigo de la fotografía.
3 comentarios:
Y yo desde hoy me siento prisionero del Amigo de la Espeleología
Qué grande, Xabi, descubriéndonos bellezas indómitas!
Parece que las fotos que saco Xabi, empiezan a hacer justicia con Abita. Y la próxima, la sala de los lloros.
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